
- 31/01/2022
- Llave en mano
- Carlos Moreno
Sobre arquitectura industrial y espacios de oficinas
La tipología de grandes espacios industriales, de producción o logístico, convertidos en la sede corporativa de una compañía, junto al espacio de trabajo de oficinas, suele desarrollarse en polígonos o parques empresariales en la periferia de ciudades, lo que ha llevado muchas veces a unas soluciones, en teoría funcionales, que resolvían solo una parte de los objetivos que en nuestra opinión debe atender la arquitectura dejando de lado los que hoy agrupamos bajo la responsabilidad social y medioambiental.
No se trata solo de la solución funcional de un programa para la construcción de naves industriales, sino de generar una imagen de identidad con los valores de la compañía, mejorar el entorno físico y social de las personas que habitan los espacios, así como responder al compromiso medioambiental y el respeto al lugar en que se ubica. Esto se resume en tres objetivos principales:
Un edificio eficiente y rentable
El beneficio viene tanto de la reducción de los costos de construcción, operación y mantenimiento, como de la optimización del espacio, su funcionalidad y el aprovechamiento edificatorio. La rentabilidad no es solo económica, sino reputacional cuando la arquitectura se alinea y transmite los valores de la compañía, creando identidad e imagen de marca.
Creación de lugares de trabajo saludables
El 90% de nuestra vida lo pasamos en un entorno construido. Nuestro entorno físico y social tiene un mayor impacto en nuestro bienestar que, por ejemplo, la genética, el estilo de vida o incluso el sistema de atención de la salud. Centrarse en cómo creamos entornos más saludables en los edificios es beneficioso porque los lugares de trabajo orientados a las personas motivan a sus empleados a dar lo mejor de sí mismos, y aumenta el potencial de contratación.
Reducción de huella de carbono
Los edificios son responsables de la mitad del consumo mundial de energía y contribuyen con casi el 40% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Una parte significativa de la huella de carbono del proyecto puede reducirse en fases conceptuales del diseño mediante la implementación de soluciones arquitectónicas simples pero inteligentes.
Si la actividad industrial hoy se caracteriza por la innovación en los procesos, la eficiencia y la responsabilidad, la arquitectura y construcción de sus espacios y sedes corporativas debería ser ejemplar en estos valores.
Hoy no podemos seguir acometiendo proyectos llave en mano complejos con voluntad de innovación, de la misma forma que hace treinta años: Un proyecto al que sigue una licitación y adjudicación al más barato. Porque esto solo garantiza un proceso en que cada uno de los agentes, propiedad. Proyectistas y la constructora de naves industriales solo miran por su interés en una guerra durante los quince o veinte meses de la construcción, y donde resulta imposible tratar de mejorar o implementar soluciones innovadoras, pues todos se resistirán ante cualquier riesgo.
Solo desde un proceso colaborativo, basado en la confianza y responsabilidad de cada uno de los agentes intervinientes, puede permitir la aportación de valor de cada uno en su ámbito de competencia, un proceso de mejora continua.
Se aborda el proyecto con un protocolo de libros abiertos, en un proceso colaborativo entre el equipo técnico de arquitectura e ingeniería junto con la empresa constructora de naves industriales, para poder realizar una oferta a la propiedad llave en mano. Establecidas las condiciones del proyecto llave en mano, programa y presupuesto, se definen el alcance y responsabilidad de cada uno de los agentes.
En ese proceso colaborativo, la definición de las soluciones tanto arquitectónicas, como técnicas y de ingeniería, están sustentadas por todas las partes: Cliente, equipo técnico y constructora. Se recogen de manera detallada en un proceso de proyecto de máxima eficiencia, con el compromiso expreso de todos y sin las sorpresas de una posterior licitación ni cambios de última hora por una contrata adjudicataria.
Se trata en general de plantear una solución equilibrada entre la funcionalidad y una imagen contemporánea alineada con la filosofía y valores de la empresa, que ponga en valor su relación con los trabajadores, los clientes y la respuesta a su ubicación en un determinado lugar. Es así su propia sede el primer elemento de comunicación de la empresa.
A estas condiciones se deben unir de forma inseparable un presupuesto ajustado al propósito del cliente y una calidad que garantice, además el confort de los trabajadores y la representación de una imagen ante los clientes, un correcto y sencillo mantenimiento, así como la eficiencia energética y responsabilidad medioambiental.
José Antonio Granero
Arquitecto. Socio fundador ENTREABIERTO